Confitería Rufino, Galardón del Comercio en Huelva 2020

Todo premio es siempre una alegría. Para qué vamos a negarlo. En Confitería Rufino hemos recibido muchos premios, reconocimientos y distinciones desde 1875. Premios a nuestra forma de hacer y entender la confitería, con un marcado respeto por la elaboración artesana y los mejores ingredientes naturales para cada producto. Y el sabor inconfundible de nuestros pasteles, tartas, yemas, flanes o cualquier otra especialidad nos dejan claro que debemos mantenernos en ese camino. Aunque no siempre sea el más fácil.

En este año 2020 tan complicado y difícil para todos, la fiel respuesta de nuestros clientes en Aracena, Valverde del Camino y Sevilla (así como aquéllos que hacen sus pedidos de determinados productos para su envío por mensajería) nos ha insuflado ánimos para seguir adelante pese a las adversidades. Y ahora que el año llega a su fin, nos llevamos la grata noticia de la concesión del Galardón que la Asociación Provincial de Empresas del Comercio Asemco, integrada en la Federación Onubense de Empresarios (FOE), entrega a varios establecimientos de la provincia con motivo del Día Mundial del Comercio.

Fue nuestra madre, Gertrudis Romero, quien recogió el premio el pasado jueves 19 de noviembre de manos del presidente de los Empresarios de Aracena, Emilio Barrutieta. Ella, junto a nuestro añorado padre, José Luis Rodríguez, fueron los impulsores de Confitería Rufino desde el primer día que se hicieron cargo del negocio de Rafael Rufino, allá por el lejano 1974. Sus horas de dedicación, de búsqueda de los mejores sabores y visión nos han permitido hoy día seguir haciendo lo que más nos gusta: elaborar una amplia gama de pasteles y especialidades que sigan manteniendo el nombre de Confitería Rufino donde todos ustedes, queridos clientes, nos colocan.

En nombre de Confitería Rufino, muchas gracias a la Asociación Provincial del Comercio por este premio y a todos quienes siguen haciendo cola de forma paciente –con las medidas de seguridad pertinentes– para llevarse un pedacito de nuestra historia, que va adherida en cada uno de nuestros pasteles.