La pastelería es un arte milenario en el que cada cultura ha dejado su granito de arena hasta conformar una de las bellas artes de la gastronomía. No en vano, ¿qué evento social que se precie no se cierra con un dulce postre?
De esto sabemos mucho en Confitería Rufino. Desde que en 1875 Rafael Rufino Santos abriese al público su establecimiento en el número 1 de la, por entonces, calle Badía de Aracena (actual calle Barberos) el trabajo artesano y el sabor inconfundible de nuestros pasteles, tartas y demás especialidades han sido nuestra seña de identidad.
De hecho, la mayoría de recetas que se siguen utilizando actualmente son fruto de la fusión de los años y la experiencia de las generaciones posteriores, que dejaron un sello particular a los productos de Confitería Rufino de Aracena vigente en nuestro día a día.
Y de eso tiene buena culpa la familia Rodríguez Romero, con José Luis y Gertrudis a la cabeza, quienes se hicieron cargo de Confitería Rufino el 29 de julio de 1974 de manos de Rafael Rufino Hermoso, nieto del fundador. Ellos no sólo respetaron el sabor inconfundible de esta pastelería centenaria, sino que dieron un paso adelante para ofrecer nuevos sabores y posibilidades con la máxima que rige a esta casa desde sus orígenes: calidad, elaboración artesana e ingredientes naturales por encima de todo.
Actualmente, sus hijos son los responsables de que el sabor inconfundible de los productos de Confitería Rufino siga poniendo de acuerdo a todos. El establecimiento de la calle Constitución de Aracena, que conserva la decoración de las confiterías de principios del siglo XX, cuenta también con una delegación en la vecina Valverde del Camino, donde se abrió un obrador y despacho en 2006, y en Sevilla, en la céntrica Plaza de Cuba (Calle Génova), donde abrió a comienzos de 2019.
En ambos pueden encontrar una amplia variedad de especialidades elaboradas a diario, para que la frescura del producto siga vigente y haga del placer de tomar un pastel un privilegio al alcance de todos.
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