¿Cuál es el secreto para que una empresa continúe su trabajo cada día desde 1875? En la Confitería Rufino creemos que todo es cuestión de ser fieles a nuestra idea original y, por supuesto, de ofrecer a nuestros clientes la garantía de un proceso diario de elaboración de nuestras especialidades con la misma receta de siempre. Así conseguimos el sabor único e inconfundible de la Confitería Rufino conocido en todo el mundo.
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Los dos obradores en los que trabajan nuestros maestros pasteleros (en Aracena y Valverde del Camino) elaboran cada día todos los pasteles que se exponen en nuestras Confiterías con ingredientes totalmente naturales y seleccionados previamente.
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La experiencia de más de un siglo que nos precede nos ha demostrado que para conseguir nuestro sabor inconfundible es necesaria una minuciosa búsqueda de los mejores ingredientes: chocolates de Bélgica, vainilla de Madagascar, fresas de Huelva, membrillos de nuestra Sierra de Aracena, piñones castellanos… y el sabor final de nuestros pasteles nos da la razón.
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La frescura de nuestros productos es una de las claves de su éxito. Nunca utilizamos conservantes artificiales, por eso nuestro proceso de elaboración es diario y en función de la demanda existente, lo que garantiza el bocado propio de un pastel recién hecho.
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Las recetas que utilizamos en nuestro trabajo diario son las mismas que cedió Rafael Rufino Hermoso a José Luis Rodríguez Rufino en 1974. De hecho, hasta su muerte, el propio Rafael solía visitar el obrador para certificar que su legado se respetaba y no se perdía la esencia de la Confitería Rufino de Aracena. Por su parte, José Luis Rodríguez y su esposa, Gertrudis Romero, abrieron nuevas posibilidades, técnicas y sabores hoy día muy populares. Eso sí, todos con una máxima: calidad, elaboración artesana y frescura en los ingredientes.
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Pese a que la maquinaria automatizada está presente en el trabajo diario de nuestros obradores, controlados debidamente por las autoridades sanitarias, nuestro empeño en conservar el proceso artesano de la Confitería Rufino hace que la producción diaria sea lenta y cuidadosa, lo que queda patente en el resultado final.
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Nuestros maestros pasteleros se encargan de elaborar absolutamente todos los productos que conforman nuestros pasteles, tartas y demás especialidades, lo que hace que la actividad diaria en los obradores sea siempre muy animada. Aquí, la creatividad, el saber hacer y la paciencia son esenciales para que el producto final alcance los niveles mínimos exigidos por la Confitería Rufino.